Por qué queremos que Madrid sea Zona Libre de Transgénicos

No al maíz transgénico en Cuba
No al maíz transgénico en Cuba

En Europa, cada vez más ciudades, regiones y municipios se declaran Zonas Libres de Transgénicos en la Unión Europea. En España, País Vasco, Canarias, Asturias y Baleares lo son. La UE permite a los estados y regiones prohibir el cultivo de nuevos OMG en su territorio.

Pero… ¿qué significa esto? Las Zonas Libres de Transgénicos son espacios donde no se permite el cultivo de variedades transgénicas, ni se admiten alimentos manipulados genéticamente, y se promueven medidas activas con el uso de Organismo Modificados Genéticamente (OMG) en la agricultura y alimentación.

España es el mayor productor de la UE del único cultivo autorizado con fines comerciales y que se destina a alimentación animal, el maíz Transgénico MON810, que se cultiva en las zonas de Cataluña y Aragón.

Pero, ¿por qué?

Los cultivos transgénicos suponen un riesgo para el medio ambiente y para la salud. El cultivo de transgénicos ha provocado un aumento masivo del uso de herbicidas en los últimos 16 años, y el glifosato (un herbicida no selectivo de amplio espectro) se encuentra dentro de las plantas transgénicas, lo que lleva a su detección en personas. La contaminación genética también está probada: el viento y los insectos dispersan el polen y contaminan los cultivos no transgénicos.

Los transgénicos suponen un amenaza para un modelo de agricultura y alimentación más sostenible. Francia prohibió hace años el cultivo de maíz transgénico, pero en España su cultivo se ha incrementado un 30% en este año.

La normativa del etiquetado de la UE exime de la obligación de etiquetar los derivados de animales que han sido alimentados con piensos transgénicos, y estos entran en la cadena alimentaria. Por supuesto, Madrid no tiene la capacidad legislativa para modificar la normativa, pero la declaración de zona libre de transgénicos constituye un método de información a la sociedad y presión a las autoridades responsables.

Independientemente de los efectos que los cultivos transgénicos tienen sobre la salud, está sobradamente probado su impacto en el medio ambiente. En numerosos estudios se ha demostrado la relación de los agrotóxicos con malformaciones genéticas, tumores y otras enfermedades (ver PDF). El uso de agrotóxicos es perjudicial para el ecosistema ya que el suelo absorbe el producto filtrándolo a acuíferos, ríos y completando el ciclo, además afecta a otros animales parte del ecosistema. Para las poblaciones que viven cerca de las plantaciones ya que ven su entorno fumigado, sus cosechas y agua contaminada. Es perjudicial también para las y los consumidores ya que los productos llegan a la cesta de la compra infestados de pesticida.

No estamos en contra de biotecnología sino de la liberación de agrotóxicos en el medio ambiente y su aplicación en la industria alimentaria donde ha quedado probado su ineficacia para la mejora de los alimentos y el medio ambiente y el hambre en el mundo. La privatización de las semillas por parte de multinacionales como Monsanto o Syngenta supone adueñarse de algo que es el bien público más esencial. Lejos de acabar con el hambre, mercantiliza los ciclos de producción naturales y empobrece a quienes producen, quienes se ven obligados a someterse al dictado de las multinacionales que buscan su máximo beneficio.

La producción de transgénicos está ligada también a la explotación de monocultivos en países como Argentina, Paraguay y Brasil. dichos monocultivos son los responsables del grave daño a la biodiversidad que sufren estas áreas del planeta: deforestación, contaminación, extinción de especies y desplazamiento de comunidades de población que ven eliminados sus derechos a la tierra, vivienda y abastecimiento. La introducción de los transgénicos supone la total mercantilización de la vida por parte de multinacionales. Ahora Madrid no quiere ser cómplice de esta usurpación de la tierra ni del deterioro del medioambiente ni de las prácticas en detrimento de la salud en ninguna parte del planeta. No queremos una mayor mercantilización de la vida ni apoyar ejercicios que se basan en la lógica del beneficio de unos pocos por encima del bien común.

Defendemos que Madrid sea una ciudad libre de transgénicos porque pensamos que los municipios y regiones tiene que tener derecho a decidir si los transgénicos pueden o no ser cultivados en su territorio, la ciudadanía debe ser informada sobre lo que consume, qué características tiene, de dónde procede y cómo se ha obtenido, para llevar a cabo un consumo responsable y sostenible.

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